sábado, 16 de agosto de 2008

Daniel Luque se confirma en San Sebastián

Desde hacía mucho se venía hablando de Daniel Luque. Desde que reventase Madrid de novillero hace ahora unos veranos, por ejemplo. O desde una actuación casi pletórica este inicio de año en Valdemorillo. O desde dos tardes más que importantes en Córdoba y Granada. O la misma de su confirmación en Madrid, relegada a un segundo plano por el impacto de la vuelta de José Tomás. Pero en los corrillos siempre se hablaba de un chaval de Gerena, tímido y delgado, con cuerpo de torero que dicen, que venía dejando más que pruebas de su corte de buen torero y de un valor importante.
Sucede que en los toros, como casi siempre, las empresas suelen ir a rebufo de lo que ocurre. Y en lugar de apostar por los que pueden ser, se sigue yendo a la seguro, a más de una momia que llevan años "arrebañando" el plato, las tajadas y cualquier miga que caiga. Y ha sido Francia, la bendita Francia, quien ha apostado por este chaval, quien le ha dado cancha y quien le ha "adoptado" tras su triunfo en Mont de Marsan como uno de los toreros a seguir.
A Luque le debíamos protagonismo. Opacada su confirmación en Madrid por la convulsión de Tomás, tenía que tener su toque de atención. Y a la mínima no ha decepcionado Vía sustitución, vía compañero herido, Luque se reivindicó en Illumbe. Casi nadie sabía quien era el chaval espigado enfundado en un traje verde manzana y oro. Ahora ya les suena su nombre. Lo aplaudieron a rabiar y le premiaron con una de las orejas más justas y más sudadas de lo que va de feria.
Daniel sorprendió al público y reafirmó lo que se viene cantando y contando. Que tiene un gusto tremendo a la hora de lancear de capa, jugando los vuelos con suavidad, temple y bragueta; que no perdona un quite -dos hizo a los dos toros de Gallo- y que busca torear encajada la planta, por abajo, llevando a los toros hasta el final, rematando en la cadera. Y que tiene una ganas apabullantes de ser torero, que lo intentó todo en todo momento. Quizá por eso hubo momentos en que las faenas carecieron de nexo y cosas que salieron atropelladas. Pero benditas las ganas
A su primero lo recibió con temple y en el comienzo de faena rápido se fue a los medios. A darle sitio y tiempo al de El Tajo. Al tajo mismo. La primera serie llegó empapada en los vuelos de la tela y la segunda lo crujió por abajo, llevándolo muy largo, metidos los riñones, enfibrado. Un lujo. Y después al natural, con la muleta siempre por delante, Luque lo enganchó y lo llevó, rematando con algunos pases de pecho monumentales. Sabía que se jugaba mucho y no pareció pesar entonces la responsabilidad.
Se vino algo a menos el animal y Luque atacó con artillería variada: algunos muletazos a pies juntos dejando la muleta muerta, sin apenas tocar, pero enganchando después al toro hasta el final; circular invertido, arrimón y vuelta al natural, muy metido en el sitio, un valor muy natural. Sin alharacas. A milímetros pasaron los pitones, pero Luque pinchó en la primera tacada. Entró arriba a la segunda, en la yema. Y se pidió con justifica la oreja. Tuduri tuvo que hacer de tripas corazón y sacar el pañuelo. El mismo que había racaneado con la música por mucho que se le pidieron en los momentos más intensos de la faena.
Es asombroso lo de los presidentes. Nadie sabe cuáles son sus conocimientos y tienen potestad hasta para permitir que suene o no la banda.
Cerró plaza un toro que duró dos series. Perfecto de hechuras, lo cuajó en el saludo de capa, sacándoselo a los medios. Cambiado con una sola vara -el segundo encuentro marró el picador- Luque inició faena en los mismos medios, con la zurda, sin probaturas. Fueron buenas las dos primeras series, jugando los vuelos y las muñecas. Pero se acabó el toro y Luque tuvo que montarse encima. Lo hizo, pero luego tiró todo por la borda con la espada.
DANIEL LUQUE. “La corrida ha sido noblona pero por lo menos ha salido un toro con el que me he sentido a gusto. Le ha faltado mucho humillar pero al final ha terminado entregándose y me ha dejado que le hiciera cosas buenas. Era mi debut en San Sebastián y me he encontrado muy bien porque la gente ha reconocido lo que he hecho”.
( Lo mismo, contado de otra manera)
Luque se destapó ayer como una ilusionante realidad, pisando fuerte el terreno de la esperanza. Por Francia se ha hecho un nombre y un hueco. El eco de aquellos lares le trajo la sustitución de Cayetano en San Sebastián, y bien que la aprovechó. Aproximadamente, un noventa y ocho por ciento de la plaza no sabía quién era. Ya lo saben: un joven de Gerena que vuela con gusto el capote, un tipo que torea por abajo y encajado de riñones, un tío que se arrima de verdad. Vaya el espacio debido y el titular por una faena aplomada, carta de presentación para España entera. Tiró del toro Daniel Luque con la muleta adelantada, presentada allí para llevarlo hasta allá (atrás). Extraordinaria la segunda serie, los naturales siguientes, los obligados de pitón a rabo, los remates. Quiso hacer de todo. De repente le escondió la muleta a pies juntos en un cambio de registro que anunciaba un arrimón descomunal, el circular invertido y otra tanda clásica con la zurda, como si quisiera sacar el repertorio completo de una tacada. Ahora toca comerse el mundo. Tiempo habrá de madurar. Los pitones rozaban las ingles, la seda y la banda. Un pinchazo sin soltar en todo lo alto y una estocada por el mismo sitio obligaron al presidente a descorchar el champán: justísima oreja para compensar el silencio musical.
El sexto de La Reina y El Tajo, dos ganaderías distintas con dos propietarios diferentes, Martín Arranz y Joselito, que pastan en la misma finca y cuentan con idéntico origen, que se anuncian juntas aunque separadas -con lo cual entrar en el jaleo de si éste era de La Reina o del Tajo es un absurdo-, el sexto, decía, traía unas hechuras para embestir. Luque se sintió a la verónica hasta los medios y para mí que abusó un poco del capote (muy forzado el galleo por chicuelinas) viendo ya la justeza de fuelle y fuerza del animal. Ni picándolo lo mínimo recuperó resuello. Por el pitón izquierdo colaboró más en una muñeca digna de anotar. Pero faltó toro para tanta ambición. De nuevo lo mató a la segunda y dejó una fenomenal tarjeta de visita

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