SONETO Nº 16
de
Antonio Pavón
Sucede —raras veces— que le encuentro
un sentido a la vida, que le cojo
las vueltas, que su centelleo rojo
me ilumina y me afogara por dentro.
Pero no me acobardo sino que entro,
a riesgo de convertirme en despojo,
por testarudez más que por arrojo,
polilla chamuscada, hasta mi centro.
Allí se me revela un gran secreto:
la sangre se transforma en una rosa
entre las hojas verdeantes de un seto.
No acaba aquí esta aparición gloriosa:
desde un pico más alto que el Aneto
se precipita el agua tumultuosa.
De “Sonetario”
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